domingo, 15 de abril de 2012

Arquitectura urbana

  La construcción urbana ha estado siempre muy influenciada por los condicionamientos que todo agrupamiento de viviendas comporta, entre otras cosas, la adaptación a unas calles y a unas ordenanzas municipales. A esto habría que añadir las influencias del exterior, siempre más acusadas que en el medio rural.


  En las concentraciones urbanas, donde todavía quedan restos de viviendas tradicionales, nos encontramos con varios tipos de casas: de una sola planta (con patio, terrero, o sin ellos); de dos plantas (con patio, terrero, galerías interiores, con o sin balcón); de tres plantas (con balcón a tercera planta...), y por último los palacios de fachada organizada.


  Las calles solían estar adoquinadas, como vemos perfectamente en la Calle Real o en la Calle de San Francisco.

Suelo adoquinado en San Francisco


Evolución

  Tras la conquista la casa de piedra cubierta de paja fue muy frecuente en las zonas más humildes de las concentraciones urbanas. También se edificaron casas de una planta, en cuya parte trasera solía existir un trozo de tierra (terrero) o un patio. Las fachadas eran de cantearía muy pobre. En las pocas viviendas de dos plantas, aparecen los primeros balcones, hacia la primera mitad de este siglo.

  En esta época se levantaron las primeras casas consistoriales y las residencias de los altos cargos institucionales y familias más pudientes, aunque la mayoría han sido reformadas e incluso destruidas en siglos posteriores. No obstante, nos quedan bellas fachadas e interiores dignos de mención como el ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma.

  En el siglo XVII comienzan a construirse con más profusión casas de dos plantas. La puerta, y la ventana que se encuentra sobre ésta, suelen estar acopladas en cantería.


Ejemplo de ventana y puerta acopladas (Casa Fierro)

  Al entrar a estas casas, la escalera que comunica con el piso superior suele estar colocada a la izquierda. Una doble galería enmarca al patio; la del piso superior puede estar cerrada o abierta. Además, los palacios ya presentan una fachada más organizada, como el Palacio Salazar.

  En las viviendas más pobres, se observa la misma irregularidad en la distribución de los huecos que en el siglo anterior. Con respecto a las casas señoriales, las ventanas del piso superior guardan un orden estricto con los huecos del piso inferior, lográndose una distribución ordenada y simétrica. Esto se debe al cambio de ideales estéticos entre el barroco y el neoclásico, ya que los nuevos valores morales de orden, belleza y simetría imponen el orden al exterior de los edificios. En muchos casos la cantería cubre ahora solamente la puerta, que se ve forzada entre ventanas.

  Los balcones a toda fachada, en la tercera planta, se hacen más frecuentes. Estos se utilizaban para airear este piso, que fundamentalmente se destinaba a secar el grano. Hay que destacar también en este siglo el arraigo que va tomando el empleo de la madera en las construcciones (balcones, corredores, escaleras, artesonados, gárgolas, aleros, canes, etc.).

  Como edificios importantes de esta centuria tenemos  Las Casas Solariegas de la Plaza de España y de la Calle Real, en Santa Cruz de La Palma.

  En este siglo, las labores en balcones y corredores interiores son admirables, aunque progresivamente la influencia neoclásica se va adentrando, observándose en las viviendas algunas características que citamos a continuación: huecos de cantería con arco adintelado (recto) o escarzano (menor que el semicírculo); carpintería lisa; balcones de piedra volada con antepechos de rejería, cornisas, azoteas con antepechos abalaustrados y patio interior a un lado con galería de fábrica cerrada. Como ejemplo tenemos la Casa Fierro de Santa Cruz.