En las concentraciones urbanas, donde todavía quedan restos
de viviendas tradicionales, nos encontramos con varios tipos de casas: de una
sola planta (con patio, terrero, o sin ellos); de dos
plantas (con patio, terrero, galerías interiores, con o sin balcón);
de tres plantas (con balcón a tercera planta...), y por último
los palacios de fachada organizada.
Las calles solían estar adoquinadas, como vemos perfectamente en la Calle Real o en la Calle de San Francisco.
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Suelo adoquinado en San Francisco |
Evolución
Tras la conquista la casa de piedra cubierta de paja fue muy
frecuente en las zonas más humildes de las concentraciones urbanas. También se edificaron casas de una planta, en cuya parte trasera
solía existir un trozo de tierra (terrero) o un patio. Las fachadas eran
de cantearía muy pobre. En las pocas viviendas de
dos plantas, aparecen los primeros balcones, hacia la primera mitad
de este siglo.
En esta época se levantaron las primeras casas consistoriales y
las residencias de los altos cargos institucionales y familias
más pudientes, aunque la mayoría han sido reformadas e incluso destruidas en
siglos posteriores. No obstante, nos quedan bellas fachadas e interiores dignos
de mención como el ayuntamiento de Santa
Cruz de La Palma.
En el siglo XVII comienzan a construirse con más profusión casas de dos
plantas.
La puerta, y la ventana que se encuentra sobre ésta, suelen estar acopladas
en cantería.
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Ejemplo de ventana y puerta acopladas (Casa Fierro) |
Al entrar a estas casas, la escalera que comunica con el
piso superior suele estar colocada a la izquierda. Una doble galería enmarca al
patio; la del piso superior puede estar cerrada o abierta. Además, los palacios
ya presentan una fachada más organizada, como el Palacio Salazar.
En las viviendas más pobres, se observa la misma
irregularidad en la distribución de los huecos que en el siglo anterior. Con
respecto a las casas señoriales, las ventanas del piso superior guardan
un orden estricto con los huecos del piso inferior, lográndose
una distribución ordenada y simétrica. Esto se debe al cambio de
ideales estéticos entre el barroco y el neoclásico, ya que los nuevos valores
morales de orden, belleza y simetría imponen el orden al
exterior de los edificios. En muchos casos la cantería cubre ahora solamente la
puerta, que se ve forzada entre ventanas.
Los balcones a toda fachada, en la tercera
planta, se hacen más frecuentes. Estos se utilizaban para airear este piso, que
fundamentalmente se destinaba a secar el grano. Hay que destacar también en
este siglo el arraigo que va tomando el empleo de la madera en las
construcciones (balcones, corredores, escaleras, artesonados, gárgolas, aleros,
canes, etc.).
Como edificios importantes de esta centuria tenemos Las Casas Solariegas de la Plaza de España y de la Calle Real, en Santa Cruz de
La Palma.
En este siglo, las labores en balcones y corredores
interiores son admirables, aunque progresivamente la influencia
neoclásica se va adentrando, observándose en las viviendas algunas
características que citamos a continuación: huecos de cantería con arco
adintelado (recto) o escarzano (menor que el semicírculo); carpintería lisa;
balcones de piedra volada con antepechos de rejería, cornisas, azoteas
con antepechos abalaustrados y patio interior a un lado con galería de
fábrica cerrada. Como ejemplo tenemos la Casa Fierro de Santa Cruz.